Durante el periodo neoliberal las instituciones públicas se extraviaron, al supeditarse a los intereses políticos y privados, a veces trasnacionales. Y eso fue lo que ocurrió. Nos encontramos con una entidad totalmente confundida en su objetivo y volcada no a la ciencia, al desarrollo tecnológico y la innovación, sino a servir de una manera totalmente irracional a los intereses privados
, afirma María Elena Álvarez-Buylla Roces, directora general del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt).
A poco más de 100 días para concluir su gestión al frente del organismo rector de la política pública en materia de ciencia y tecnología en México, subraya que entre los ejes que marcaron el cambio para el sector, uno de los más relevantes fue desenredar la total pérdida de separación con los intereses privados y políticos, y recuperar los deberes sustantivos
del consejo, acción que permitió, asegura, recuperar más de 21 mil millones de pesos canalizados a proyectos insolventes (7 mil 600 millones) y de recursos pasivos en fideicomisos (14 mil 300 millones).
En el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) neoliberal
, señala, se destinaron 45 mil millones de pesos del erario en transferencias para el sector privado, a través de empresas como Kimberly-Clark, Femsa, Monsanto Continental, Volkswagen, Bayer, entre otras, hasta sumar 2 mil 935 beneficiadas, las cuales recibieron recursos públicos a fondo perdido a través de diversos programas presupuestarios, fideicomisos y del denominado Programa de Estímulos a la Innovación (PEI).
Álvarez-Buylla califica como una paradoja que pese a destinar enormes cantidades de fondos públicos desde 2002 a 2018 para supuestos
proyectos de innovación, lo que también incluía becas en universidades privadas, muchas de ellas de “cuestionable calidad académica y consideradas depredadoras a nivel internacional, y de las cuales menos de 20 por ciento de estos becarios se graduaba, tuvimos una caída de 16 escalones de la eficiencia en innovación. Es decir, enfrentamos el peor de los escenarios: se gastó muchísimo más y se obtuvo muchísimo menos. Ese fue el neoliberalismo prianista corrupto, totalmente desleal a los mandatos del pueblo de México”.
Otro eje central, subraya, fue separar al Conahcyt de las élites casi feudales que se habían construido al seno de las instituciones de educación superior públicas y privadas, pero principalmente públicas, que eran las que tenían bajo su control lo que algunos llaman el neofeudalismo académico. Eran quienes decidían y controlaban las comisiones de evaluación del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), y a los coordinadores del famoso Programa Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC)
, el cual fue sustituido por el Sistema Nacional de Posgrados.
Combate a la opacidad
Pese a las múltiples críticas de algunos integrantes de la academia, Álvarez-Buylla, primera mujer científica en encabezar el Conahcyt, afirma que con este giro en la orientación de la política pública permitió, entre otros logros, crear la primera Ley General en Materia de Humanidades, Ciencias,Tecnologías e Innovación, que establece el ejercicio del derecho humano a la ciencia y el goce de sus beneficios a toda persona, así como la creación del Conahcyt, reconociendo el papel fundamental de las humanidades en el desarrollo científico y tecnológico.
Además, enfatiza que el combate a la opacidad, el dispendio, la simulación y la duplicidad, porque llegamos a identificar un mismo proyecto de investigación repetido para su financiamiento hasta 15 veces distribuido en diferentes fondos
, también permitió aumentar hasta en 45 por ciento los recursos públicos destinados a becas de posgrado, al pasar de 9 mil 500 millones de pesos en 2017 a 13 mil 773 millones para este año, lo que permitió la entrega de más de 93 mil 752 becas, de las cuales 4 mil 471 corresponden a jefas de familia y 622 a personas indígenas y afromexicanas.
Tras rechazar que el Conahcyt presente algún subejercicio, subrayó que con el nuevo Sistema Nacional de Posgrados garantizan becas universales a alumnos aceptados en programas públicos de investigación, lo que incluye a 2 mil jóvenes de alto perfil académico que eran rechazados por el PNPC.
Se suma también un incremento de 57.8 por ciento en el número de programas de posgrado con acceso a becas, incluidos aquellos de interés prioritario para la nación como salud, agroecología e ingenierías.
Respecto al Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII), que cuenta con nuevas reglas de operación, aumentó en 54 por ciento el número de integrantes, que suman 43 mil 979, incluyendo a una mayor cantidad de investigadoras, pues su inclusión en el sistema se elevó 64.3 por ciento, y de investigadoras eméritas, reconocidas por su trayectoria, en 225 por ciento, y aún nos falta mucho más
para seguir impulsado a una nueva generación de mujeres científicas, reconoce.