Por Enrique Tafoya Ortiz
La situación de Tepotzotlán no puede seguir ignorándose. La violencia y la falta de seguridad han dejado a la comunidad en una especie de parálisis, donde tanto vecinos como turistas se ven atrapados por la incertidumbre y el miedo. La indiferencia parece haberse adueñado del lugar, envolviendo a todos en una suerte de resignación colectiva que, más que tranquilizar, agrava la crisis.
Es un fenómeno que Antonio Gramsci ya describió con claridad: “Odio a los indiferentes. Creo que vivir quiere decir tomar partido. Quien verdaderamente vive, no puede dejar de ser ciudadano y partisano”. En otras palabras, la indiferencia no es solo una pasividad irresponsable; es una elección que permite que los problemas persistan y se profundicen. La violencia, la inseguridad y la corrupción no son un destino inevitable, pero si seguimos cruzados de brazos, acabaremos aceptándolos como tales.
Y es que Tepotzotlán se encuentra atrapado en un ciclo de indiferencia que se refleja tanto en sus autoridades como en la sociedad misma. El abandono de los problemas reales de la comunidad, la falta de liderazgo y la ausencia de acciones concretas han sido el caldo de cultivo para que la violencia se instale. Recientemente, la administración local ha anunciado una nueva edición de la Semana Cultural, que más que una solución real, parece una distracción con la que se pretende dar la impresión de que la ciudad sigue viva, mientras las calles se ahogan en un silencio ensordecedor.
Gramsci, siempre lúcido, también señalaba que “Pido cuentas a cada uno de ellos por cómo ha desempeñado el papel que la vida le ha dado y le da todos los días, por lo que ha hecho y sobre todo por lo que no ha hecho”. Esta reflexión es especialmente pertinente cuando pensamos en los líderes de Tepotzotlán, quienes, hasta ahora, no han sido capaces de ofrecer una respuesta efectiva ante la grave situación de la localidad. La falta de acciones reales es una forma de complicidad con el sistema de corrupción que sigue reinando en la sombra.
Es hora de que los habitantes de Tepotzotlán, y sus líderes, dejen de mirar hacia otro lado. “Tomar partido” no significa simplemente quejarse o señalar a los culpables; significa actuar, exigir, reclamar un cambio y hacer todo lo posible para que los problemas sean enfrentados con seriedad y urgencia. La indiferencia ya no puede ser una opción. No podemos seguir tolerando que las vidas de los ciudadanos se vean amenazadas por la violencia o la ineptitud de quienes deberían velar por su bienestar.
La historia, como bien nos advirtió Gramsci, no perdona a los indiferentes. Y aunque las circunstancias actuales puedan parecer desalentadoras, la clave para un verdadero cambio está en la acción colectiva, en la exigencia de justicia y en la construcción de una comunidad más unida, más activa, que se niegue a ser vencida por el conformismo.
Es momento de ser ciudadanos de verdad. Es hora de tomar partido por Tepotzotlán, por su gente y por un futuro donde la seguridad y la calidad de vida sean una prioridad, no un sueño distante.