Testimonios – Vanesa Cruz
El ser humano se ha inventado mil cosas en función de llenar sus necedades. Mil y una en acabar con el vacío existencial, y mil y dos a razón de no dejarlas escapar, pero al final siempre se fugan permitiendo el paso al vacío inicial.
Me pasa, por ejemplo, cuando veo un bicho raro posado sobre hojas y creo que con solo un reojo me bastará, pero he dado cinco pasos más por delante y ya me invade un sentimiento de insuficiencia que me obliga a regresar y buscar que me baste.
Mucho tiempo pensé que tenía que esperar a ser mayor para que algo me pudiese bastar realmente y según yo, esto sucedería si la decisión se basaba en mi legítimo criterio ya que de niño no puedes tomar tus propias decisiones sobre lo que debe bastarte o no. No aceptaré que alguien me contradiga en este aspecto porque a todos nos han obligado a terminar con ese plato de sopa aún cuando te toca ser la botija de primero B que reprueba educación física debido a la insuficiencia ¡de su gordo cuerpo!.
Yo creo que este tipo de acontecimientos nublaron mi criterio para poder decidir hasta donde era suficiente porque aunque le dé vueltas a la idea y valla y venga mil veces: nunca me bastará. Al final pasará que no regresare solo porque me habré aburrido y nada habrá bastado aún o porque querré fingir que he llegado al límite… y obviamente tan pronto como llega esa idea deja de bastarme y termino desechándola porque prefiero aceptar que nunca quise acabarme ese plato de… ideas.
De lo que sí estoy convencida en este instante es de que ya me basté de estar buscando bastarme aunque cunado tú termines de leer esto puedes tener por seguro que ya me habré cansado de estar tan basta y regresaré al principio de esta historia.