Cómo el petróleo, la corrupción en nuestro país se puede encontrar en tierras y aguas someras. Basta con picar en alguno punto para que salga pus. Como se sabe la corrupción , es un cáncer que ha impregnado todos los ámbitos de la vida pública de México en los últimos años, en todos los niveles de gobierno y alcanzó a la iniciativa privada, a la iglesia, y a la mayoría de los partidos políticos (ahora, en total quiebra moral).
Pero, no es el tren Maya, ni el nuevo aeropuerto, tampoco la refinería de Dos Bocas, entre otros grandes propósitos que definirán este gobierno. Será el de llevar hasta sus últimas consecuencias la fórmula «sencilla» que cita el Presidente de la República: Acabar con la corrupción y la impunidad.
Lo dijo en su toma de protesta y lo ratifica en sus políticas: «Nada ha dañado más a México que la deshonestidad de los gobernantes y de la pequeña minoría que ha lucrado con el influyentismo”, para acabar con el otro mal que nos rodea y que es la demanda principal: El de la inseguridad es necesario erradicar, que no combatir la corrupción, porque “Esa es la causa principal de la desigualdad económica y social, y también de la inseguridad y de la violencia que padecemos”.
Erradicar el principal cáncer de México, no será tarea sencilla, pero AMLO cuenta con una legitimidad sin precedentes, y con la honestidad en su vida pública y privada. Tiene ademas, el apoyo de 30 millones donde la gran mayoría son cuidados informados que se movilizarán para brindar su respaldo al Presidente que acabará con la corrupción en aguas profundas y someras. Y habrá (a pesar de las resistencias) por primera vez en la historia reciente del país igualdad y justicia social.