Ciudad de México, 22 de enero – En un giro inesperado, la candidata presidencial Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz se encuentra en medio de un drama empresarial que va más allá de su fama por las gelatinas.
Declaraciones oficiales y documentos revelan que Gálvez no solo retuvo acciones de su empresa OMEI, sino que también nunca informó sobre las ganancias, a pesar de haber afirmado lo contrario. La historia que presenta datos impactantes se desarrolla entre la política y los negocios.
Fundada en 1998 en sociedad con su esposo, OMEI, la empresa de operación y mantenimiento a edificios inteligentes ha sido una parte activa de la vida de Gálvez. Aunque declaró haber donado sus acciones a su hija en 2011, evidencia reciente sugiere que seguía siendo la apoderada legal tres años después y recibía beneficios financieros.
La alcaldía de Miguel Hidalgo, bajo el mandato de Gálvez, recibió pagos de OMEI por «servicios profesionales», según registros públicos de propiedad. A pesar de la aparente conexión, las declaraciones patrimoniales de Gálvez no mencionan la empresa, y cuando declaró su participación en High Tech Services S.A. de C.V. como alcaldesa, omitió por completo su relación con OMEI.
La trama se complica aún más con la revelación de que OMEI ha obtenido contratos por más de 400 millones de pesos con dependencias públicas entre 2015 y 2023, la mayoría durante la actual administración. La respuesta de Gálvez, al ser consultada sobre su participación en OMEI, choca con los documentos oficiales y plantea interrogantes sobre la transparencia y honestidad de la candidata presidencial.
Las declaraciones patrimoniales de Gálvez durante su tiempo como delegada y senadora revelan inconsistencias y omisiones. Aunque afirmó que su esposo era el accionista de OMEI, recibió pagos de la empresa y, en ciertos momentos, también declaró ingresos por «actividades profesionales» vinculadas a sus dos empresas familiares.